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Una vez hemos escogido nuestro modelo de mascarilla CPAP y llevamos un tiempo usándolo, muy posiblemente nos debamos a enfrentar a algunos efectos secundarios que pueden ser muy molestos, aunque fácilmente tratables. No obstante, no todo el mundo conoce cómo reducir su impacto en la calidad del sueño y por lo tanto del ansiado descanso que nos prometía el uso de la mascarilla. Por ello, es imprescindible conocer bien los tipos de mascarillas CPAP ideales para cada caso.

Pero antes de entrar en materia, recapitulemos un poco. CPAP responde a unas siglas en inglés que en nuestro idioma se traducen por: “presión positiva continua en la vía aérea”, y es el tratamiento más solicitado por los pacientes que sufren una apnea sintomática, desde aquellas más moderadas hasta las más severas. En resumen, los CPAP son equipos que evitan el colapso de las vías aéreas mientras el usuario duerme, y lo hace de la siguiente manera: se genera una presión positiva a la altura de la faringe que forma una especie de “cámara neumática”, con lo que se reducen tanto los ronquidos y las hipoapneas, así como otro tipo de formas de obstrucción. Pues bien, el usuario recibe esta presión mediante una mascarilla CPAP, por lo que esta debe ser lo más cómoda posible.

Tipos de mascarillas CPAP y algunos consejos

Existen tres tipos de mascarillas CPAP: (1) las que cubren la nariz (nasal), (2) las que cuentan con almohadillas nasales y (3) las faciales. De esta forma, lo primero que debemos tener en cuenta a la hora de elegir un tipo u otro es la vía por la que respiramos. Por un lado, si podemos respirar por la nariz mientras dormimos sin dificultad, optaremos tanto por la nasal como por las que llevan almohadillas CPAP nasales. Si, por el contrario, lo que realizamos es una respiración bucal (es decir, respiramos preferentemente por la boca), deberemos recurrir a las mascarillas CPAP faciales.

Otra de las cuestiones que hay que tener en cuenta a la hora de escoger una buena mascarilla es la fuga bucal, esto es, si se duerme con la boca abierta, el aire sale por esta, por lo que se produce sequedad en la boca, un inconveniente que hay que tratar. Pues bien, para evitarlo, tenemos dos opciones: emplear una correa que se coloca en el mentón y que evita que se abra la boca; o el uso de la mascarilla CPAP bucal, como ya hemos indicado.

Para terminar, hay que estar muy atentos al ajuste de la mascarilla, pues se ha de lograr que se produzca un sellado total y lo más estable posible, pues de lo contrario no obtendremos los resultados que perseguimos con el tratamiento.

 

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