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Un reciente estudio ha demostrado cómo afecta el sueño a nuestra memoria y a la capacidad de recuperar los recuerdos más débiles; y justamente de esto te vamos a hablar en el artículo de hoy.

Si te interesa incrementar tu memoria, o recuperar recuerdos perdidos, lee hasta el final este artículo. Estamos seguros que te resultará muy interesante.

La relación del sueño y la memoria

Desde hace muchos años se conoce que la memoria y el sueño están estrechamente ligados.

Sin embargo, un grupo de investigadores españoles de la UPO (Universidad Pablo de Olavide) ha publicado un estudio realizado recientemente que pone de manifiesto cuánto afecta el sueño a la adquisición y consolidación de memoria en estudiantes universitarios.

El estudio, liderado por el Laboratorio de Neurociencia Funcional, ha demostrado que reducir a la mitad la cantidad de horas de sueño nocturno, aunque sea solo una noche, afecta drásticamente a la formación de nuevas memorias. Sin embargo, la recuperación del sueño perdido la noche siguiente puede revertir dichos efectos.

Esto es muy curioso dado que la práctica de quedarse estudiando hasta tarde, reduciendo las horas de sueño, es muy común en nuestro país; y, según este estudio, esta práctica es totalmente contraproducente. Dormir menos dificulta que los aprendizajes obtenidos sean estables en la memoria, pudiendo olvidarse con facilidad.

La investigación también revela que dormir al día siguiente una cantidad de horas “normal”, lo que para los jóvenes suele suponer unas 7 u 8 horas, puede revertir los efectos causados por la falta de horas de sueño de la noche anterior.

Por lo tanto, dormir las horas adecuadas tras haber adquirido nuevas memorias contribuye notablemente a la capacidad de afianzar los recuerdos, sobre todo los que son más débiles.

Según comenta una de las investigadoras de este estudio, incluso se podría mejorar el recuerdo de las memorias más débiles durmiendo una siesta.

¿Y si no se recupera el sueño al día siguiente?

Este estudio se llevó a cabo en un grupo de universitarios.

Para realizarlo, se dividió el grupo en dos: una parte dormía 8 horas por la noche, mientras que la otra parte solo dormía 4 horas al final de la noche.

Al día siguiente, ambos grupos debían memorizar una serie de imágenes, en un determinado orden. Cada una de las cuatro veces que se les presentaban las imágenes, se medía la actividad eléctrica cerebral asociada.

Los resultados demostraron que la consistencia de la actividad eléctrica cerebral se vió claramente comprometida en el grupo sometido a la restricción de cuatro horas de sueño.

Sin embargo, cuando este grupo durmió 8 horas a la noche siguiente, los resultados mostraron una actividad similar entre ambos grupos. Por lo tanto, se pudo demostrar que, tras una noche de sueño normal, se recuperaban las memorias más débiles.

Pero, también demostró qué ocurre cuando no se recupera el sueño a la noche siguiente. Según comentaba la misma investigadora, si en vez de recuperar el sueño al día siguiente se continúa con restricciones crónicas de sueño, algo cada vez más frecuente en nuestra sociedad, la memoria se vuelve vulnerable.

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